El crimen organizado como actor no estatal:
Ecuador en la mira

Uno de los dilemas más grandes de las autoridades es debatir el rol frente al crimen organizado, ya sea dando una lucha frontal, o generando una convivencia que le permita conservar el status quo. El fallido estado de excepción impuesto por el entonces presidente ecuatoriano Guillermo Lasso y el posterior asesinato del ex candidato Fernando Villavicencio a puertas de las elecciones fue un claro mensaje a las autoridades. En el presente texto se expondrá un repaso de la situación de la inseguridad en Ecuador y como se relaciona con los demás países sudamericanos.

El surgimiento del crimen organizado como un grupo de interés y de poder que ha salido de su escondite ya no solo para delinquir, sino para intervenir en la agenda de la política doméstica. Las bandas de crimen organizado tienen presencia internacional, una logística que les permite controlar armas, personal e influencias por medio de la corrupción o la extorsión. Dejamos atrás a los carteles colombianos del siglo pasado para concentrarnos en los carteles mexicanos y la «Mara Salvatrucha», siendo estos últimos reducidos notoriamente bajo la gestión de Bukele en El Salvador con un modelo cuasi marcial para hacerle frente a las pandillas. El caso de Ecuador no es diferente al del resto de países latinoamericanos; sin embargo hay un par de puntos muy importantes que debemos de tener en cuenta.

Primero, tenemos que concentrarnos en la ubicación estrategia del Ecuador como país andino que le permite contar con incontables hectáreas productoras de coca que se suman a la proveniente de Perú y Bolivia que transportados al norte. Colombia, Ecuador y Venezuela conforman hoy un narco-corredor que enrumba en sentido contrario de los desplazados humanitarios del régimen dictatorial de Maduro en Venezuela, los cuales buscan llegar a Perú, Chile y Argentina. Si bien hasta aquí podemos decir que el crimen organizado y el narcoterrorismo aprovechan la precariedad del sistema de control y de justicia de estos paises sudamericanos, el siguiente punto es más preocupante aún.

En segundo lugar, está el manejo político que ha sido sumamente débil y hasta permisivo con los grupos criminales. No es novedad que encontremos una relación entre los movimientos de izquierda y los grupos productores de coca, ambos coinciden en una filosofía agrícola e indigenista la cual no es mala per sé, pero que, debido a la falta de liderazgo de las autoridades a la hora de establecer límites, deja a los países a merced de la intervención del crimen organizado.

El hoy prófugo expresidente ecuatoriano Rafael Correa sigue investigado por lavado de activos y financiamiento del narcotráfico. En Colombia el actual presidente Petro fue guerrillero de la M-19 ligado al narcotráfico. En Perú el expresidente golpista Pedro Castillo quien hoy está preso de manera preventiva recibió apoyo de grupos cocaleros y mineros informales apoyados por otro viejo conocido: Evo Morales desde Bolivia. Todos estos gobernantes gozaron una breve época de oro en la que podían darse el lujo de permitir la infestación de los grupos izquierdistas en la política y el sistema educativo nacional, la falta de accion frente al narcotráfico y la generación de narrativa.

Finalmente, el problema con el régimen penitenciario en Ecuador explotó la semana pasada cuando una turba de pandilleros y reos prófugos tomaron el canal TC de Guayaquil, bastón del grupo Los «Choneros», hicieron de las suyas en las calles e intentaron ingresar a la Universidad de Guayaquil para secuestrar a alumnos y profesores. Todas estas acciones buscaron presionar al gobierno de Daniel Noboa a que detenga la persecución de su líder, un tal alias “Fito”.

Tras declarado el estado de excepción en Ecuador, se han movilizado tropas de los paises aledaños para resguardar las fronteras. A la fecha no se han tenido mayores reportes de incidencias en Ecuador, pero su caso preocupa a la región porque nos lleva a la pregunta de si es que es necesario implementar un estricto estado militarizado para poder consolidar la paz en nuestros países.

Esperando que la situación en Ecuador mejore progresivamente solo nos queda estar preparados para evaluar el desempeño de nuestras autoridades y hacer presión ciudadana para que estén alertas a las amenazas internas del crimen organizado, y que tengan firmes valores patriotas para defender primero al país y priorizar los derechos humanos de los civiles inocentes.

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