Ya es un hecho: se ha confirmado la victoria electoral de Javier Milei en el reciente balotaje en Argentina. Las implicancias de su victoria recaen en diversos ámbitos, y desde mañana sus declaraciones y actos públicos comenzarán a tener representatividad y efectos en la economía y la sociedad argentina.

El 10 de diciembre se dará el traspaso de mando, y con ello, Milei asumirá la presidencia. En las últimas horas, desde que se comenzaron a escuchar rumores de una victoria contundente del economista argentino, se empezó a especular cuáles serían los nombres que integrarían el gabinete ministerial del gobierno que inicia en diciembre. Lo que sí es un hecho es que habrá presencia de la coalición que catapultó a Milei a la presidencia.

Esta coalición, en la que figuran Mauricio Macri y Patricia Bullrich, ha resultado vital para aumentar el apoyo electoral a Milei. Es por ello que no le resultará extraño a nadie que varias figuras políticas del macrismo tomen puestos políticos en el siguiente gobierno. Esto, para muchos, debe ser una lección, que es parte de la propia democracia y del consenso, con la finalidad de aliviar la crisis económica y la pobreza en Argentina.

Por el lado de Sergio Massa, le costó mucho esfuerzo aumentar su número de votantes. Esto es un síntoma de los cambios profundos que desean la mayoría de los argentinos y permite sacar conclusiones importantes a futuro. Una de ellas es el probable inicio del fin del Kirchnerismo, teniendo en cuenta que, aun cuando Sergio Massa buscó de toda forma posible desligarse de Alberto Fernández y de Cristina Fernández, no pudo convencer a la mayoría de los argentinos.

Este resultado político implica un cambio drástico que deja en coma el aparato político y propagandístico kirchnerista, que se había enraizado en la educación, la cultura y el asistencialismo en Argentina, haciendo a millones de ciudadanos dependientes de un sistema perverso que, probablemente, hasta esta elección llegó a condicionar el voto. Esto último se confirma con la presión que recibió Milei en el último mes en relación al tema de los subsidios y las cuotas sociales, un incentivo económico que fue usado durante mucho tiempo en Argentina con objetivos propagandísticos camuflados de agenda social.

Dejando de lado que suelen darse cambios cíclicos en cuanto a las ideologías políticas, considero que esta es una oportunidad inmejorable para que Argentina se muestre como un ejemplo de progreso y pueda ser el centro de un eje sudamericano de cambio regional frente a los gobiernos de izquierda en Chile, Brasil, Colombia, entre otros.

Aun con todo lo antes mencionado, quedan algunas dudas serias que cuestionar frente a varias declaraciones de Javier Milei durante su campaña electoral, y una de las más controversiales es el negarse a tener relaciones comerciales con China. Esto resulta difícil de imaginar dado que Argentina actualmente forma parte de las BRICS; también porque mantiene una deuda externa con China y sumado a ello está el potencial económico en inversión que significa mantener buenos lazos con el gigante asiático. Es cierto que Milei mantiene una defensa a ultranza de sus ideas liberales y democráticas; quizá por ello mantiene una postura tan recalcitrante, pero puede que el devenir económico termine haciendo que el futuro presidente de Argentina comprenda la importancia crucial que significa la inversión China en los países de Sudamérica.

En conclusión, aun cuando la incertidumbre suele rondar en un país tras un cambio tan drástico de ideas en el gobierno, no podemos asumir de forma tan prematura que se dé un salto al vacío o que no se tenga la menor idea de los posibles resultados de la nueva agenda política. Resulta necesario que se contrasten los resultados de una determinada agenda política.

Es así como podemos entender que la libertad económica es mejor que la sobre regulación, que el empleo público no debe ser la regla y que el emprendimiento y el trabajo no deben ser castigados con impuestos fuera de lo racional. Queda esperar que Javier Milei pueda consolidar las alianzas políticas correctas para gestar una idónea base política que lo respalde no solo a nivel ministerial sino también desde el poder legislativo. Solo así se podrá lograr la gobernabilidad necesaria para que las propuestas se concreten.

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